Por eso, en un principio denominamos agua de servicio al agua de lluvia, para todos los usos que no tienen nada que ver con el consumo humano o la higiene personal. Sin embargo, existen métodos muy sencillos de tratar el agua de lluvia para que sea potable. Los filtros de cartucho de tres etapas, los sistemas de ósmosis inversa o los filtros cerámicos han demostrado su eficacia.